Y una vez más, ha hecho de ti la mujer más feliz del mundo.

 Ha sabido aguantar tus rabietas sin enfadarse, ha aguantado todos esos largos días de vaciles, esos días de tonterías, días previos a examenes, días tristes, días alegres, días mejores y días peores. Ha sabido como consolarte y cuando sin que tú abrieses la boca, es como si tuviese la facultad de meterse en tu mente y saber exactamente que piensas en cada minuto sin decirlo en voz alta. 
Le necesitas tanto que ya no imaginas un día sin hablar con él aunque solo sea para decirle la chorrada más grande que se te ocurra en el momento. 
Simplemente pierdes el culo por él.